5G: la promesa de 2020

Como usuarios que somos, tendemos a exigir más. Más calidad, mejor servicio, mayor versatilidad. Claramente, no nos íbamos a quedar atrás en el ámbito de las telecomunicaciones y es por ello que en 2014 nos emocionamos al escuchar el concepto de “5G”.

No obstante, han pasado tres años desde el anuncio de esta prometedora conexión inalámbrica y es necesario analizar en qué etapa se encuentra su evolución.

Qué es el 5G y qué nos aporta

El llamado 5G (“G” de generación) es, al igual que sus predecesoras 3G y 4G, una conexión inalámbrica de telecomunicaciones que nos permite comunicarnos y navegar desde dispositivos móviles.

Nuestra dependencia de Internet y la necesidad de estar conectados ha empujado a las compañías de telecomunicaciones a mejorar y a ampliar el servicio de navegación inalámbrico. Una de las principales preocupaciones es la de evitar el colapso del ancho de banda debido al uso masivo de usuarios. Es aquí donde entra el 5G.

 Qué es el 5G y qué nos aporta

Esta nueva tecnología nos ofrece tres cosas: velocidad, estabilidad y calidad. La principal mejora está en la conexión, la cual será más rápida y estable para que tengamos Internet disponible en todo lugar y momento. Hablamos de velocidades de descarga de hasta 10 Gbps, lo cual supone ver contenido HD en cuestión de segundos.

A esto, el 5G añade una disminución de la latencia. Esto es, el tiempo de carga para visualizar contenido será mucho menor. En un mundo en el que las videoconferencias están tomando importancia, una baja latencia supone comunicarse de forma casi instantánea, no importa en qué parte del mundo nos hallemos.

Esta sustancial mejora en la calidad de la red se debe a que las ondas del 5G ocuparán frecuencias superiores a sus predecesoras. En frecuencias más altas, las ondas se propagan de forma más rápida, lo que se traduce en una velocidad mayor. Se espera que esta nueva generación alcance los 6 Mhz.

No obstante, lo más relevante del 5G es que no sólo afectará a nuestros teléfonos móviles, sino también a todos aquellos dispositivos que necesiten de Internet, como coches, wearables, cámaras de seguridad o productos de domótica. En definitiva, el 5G mejorará la comunicación entre máquinas.

 

¿Y esto para cuándo?

Si bien ya existen zonas donde el 5G ha sido desplegado, se trata de sectores de prueba. Mundialmente, se espera que podamos hacer uso de esta tecnología a comienzos de 2020.

Aún con estas prometedoras previsiones, la tecnología 5G tiene muchos problemas a los que hacer frente. El principal obstáculo es el acuerdo sobre las bandas que se destinarán al 5G. Para hacerlo de forma global, hace falta firmar un acuerdo que ataña tanto al sector público como al privado. Tras varios retrasos de organismos públicos, ha quedado claro que el estándar respecto al 5G no se establecerá hasta finales de 2018.

A esto se suma el coste. Además de tener que coordinar un cambio a nivel global, los responsables tras la tecnología 5G tendrán que hacer frente a los costes de despliegue. Si bien las frecuencias altas mejoran la velocidad de las ondas de transmisión, impiden que éstas lleguen más lejos. Esto quiere decir que para que las ondas que emitimos y recibimos alcancen más terreno, harán falta muchas más antenas para repetir la señal. En resumen: el coste de la nueva infraestructura será elevado.

No nos queda más que esperar a 2018 y observar cómo se desarrolla el camino de esta nueva tecnología.